El duelo es la angustia que sentimos cuando experimentamos la muerte de un ser querido, u otro tipo de pérdida significativa como pasar por un divorcio o perder un trabajo. Aunque mientras estamos de duelo podemos experimentar emociones difíciles e incluso síntomas físicos, es importante entender que el proceso de duelo es natural. Hay muchas formas de afrontar el duelo y la pérdida, tanto individualmente como en comunidad, que nos ayudan a hacer el duelo de forma saludable y a aceptar finalmente nuestra pérdida.

Durante el proceso de duelo, podemos experimentar una serie de emociones difíciles e incómodas, como la conmoción, la tristeza, la culpa, el arrepentimiento, la ansiedad, la depresión e incluso el alivio.

Aunque cada uno de nosotros puede sentir los efectos emocionales del duelo de forma diferente, hay algunas formas comunes de procesar el duelo. Una de las formas más reconocidas de entender el proceso de duelo son las cinco etapas del mismo:

  • Negación: El shock, la incredulidad y la negación son sentimientos comunes después de una pérdida, especialmente después de una pérdida repentina o inesperada. Es la forma que tiene nuestra mente de protegernos de la enormidad de la pérdida.
  • Enfado: La ira puede ser una forma de empezar a procesar las emociones negativas, como si nos sentimos perdidos, asustados o culpables. Podemos enfadarnos con nosotros mismos, con los demás o incluso con la persona que ha fallecido.
  • Negociación: Puede ser común lidiar con la culpa, el arrepentimiento o la impotencia del duelo buscando formas de recuperar el control. Podemos intentar hacer tratos o promesas.
  • Depresión: La tristeza es una de las emociones más experimentadas tras una pérdida. Podemos sentir una profunda tristeza después de la pérdida inicial, y en aniversarios u ocasiones significativas que nos recuerdan la pérdida.
  • Aceptación: En la última etapa del duelo, la aceptación no significa necesariamente felicidad, sino que significa que ya no luchamos contra la realidad de la pérdida y comprendemos que nuestra vida ha cambiado.

Aunque puede ser útil entender las cinco etapas, la curación no es lineal: cada uno de nosotros sentirá cada etapa con un nivel diferente de intensidad, en un marco temporal diferente o en ciclos. Estas etapas tampoco tienen puntos de partida y de finalización definidos, por lo que podemos sentir muchas de estas emociones a la vez.

Las primeras etapas

En las primeras etapas después de un duelo, es posible que se sienta insensible o que no sienta nada en absoluto. Puede que sigas como si no hubiera pasado nada o que te concentres en tareas administrativas como cancelar facturas u organizar el funeral.

Si no veías a la persona fallecida muy a menudo, puedes pensar que sigue viva. Esto puede resultar especialmente doloroso cuando te das cuenta de que no es cierto.

Más tarde, tras el shock inicial, puede que te des cuenta de que la realidad se impone. Es entonces cuando te sientes sorprendido por la profundidad de las emociones que sientes. Algunas personas sienten una fuerte gama de emociones desde el principio, mientras que para otras estos sentimientos pueden tardar un tiempo en desarrollarse.

Después del primer año

Es habitual que el segundo después de la muerte de alguien sea igual de difícil o incluso más duro. Es posible que la gente que te rodea haya vuelto a la normalidad y que sientas que hay menos espacio para hablar de tus sentimientos.

Las fechas como los aniversarios, los cumpleaños, la Navidad y otras festividades también pueden ser muy dolorosas. Es posible que, aunque haya pasado un año, sientas las emociones con la misma intensidad que cuando la persona murió por primera vez.

Es importante recordar que, con el tiempo, te sentirás mejor y más capaz de afrontar la situación. Esto no significa que lo hayas superado por completo, sino que es posible empezar a encontrar placer en la vida de nuevo, mientras sigues recordando y echando de menos a alguien que has perdido.

Después de varios años

Con el paso del tiempo, la mayoría de las personas son capaces de adaptarse a su dolor y volver a llevar una vida normal. Aunque algunas experiencias seguirán desencadenando el duelo (como películas, canciones u olores), es probable que crezcas en torno a estos sentimientos y encuentres espacio para otras cosas en tu vida.

La metáfora de Lois Tonkin de «Crecer alrededor del dolor» es una forma útil de pensar en la duración del dolor. El dolor no desaparece nunca del todo, y a veces los sentimientos pueden ser tan intensos como cuando alguien murió por primera vez. Pero con el tiempo, los sentimientos son menos frecuentes. Empezarás a crecer en torno a tu dolor. Esto significa que tu vida empezará a tener espacio para otras cosas y poco a poco volverás a hacer las cosas que te gustan.

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