En Funeraria Aragón, nos ha parecido interesante compartir con vosotros la historia del Cementerio de Casetas comienza en 1845. La primera vez documentada que se habla de él. Pascual Madoz se refiere al cementerio de esta localidad, que por aquel entonces era independiente de Zaragoza y contaba con tan solo 110 habitantes.
En 1861 llega el ferrocarril, en 1866 amplían el cementerio debido a la llegada de trabajadores y en 1875 añaden la convergencia en su estación de las líneas de Alsasua y Madrid.
El 1 de julio de 1879, Casetas pasa a ser parte del municipio de Zaragoza, como barrio rural. La documentación que se recoge a partir de entonces habla de su mal estado y de las dificultades para llegar hasta él. Tenían que atravesar un camino, a veces intransitable con riegos y zanjas.
El Duque de Solferino, propietario y miembro de una de las familias nobiliarias, decidió reformarlo en ese momento. Su administración era regida por la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario.
El Cementerio de Casetas tenía una superficie de 482 metros cuadrados y se encontraba a 13 metros de la casa más cercana, contaba con dos pequeñas manzanas de nichos y sepulturas en tierra.
Nuevo cementerio
En 1883 la Sección Especial Facultativa de la Policía Urbana de Zaragoza: Juan Beguer, médico; Angel Bazán, farmacéutico; Pedro Tiestos, ingeniero industrial; y el arquitecto Ricardo Magdalena, realizan una inspección y estudian la construcción de un osario para mejorar sus condiciones higiénicas sanitarias y ampliar su capacidad, ya que era insuficiente.
Tras la inspección, deciden construir un nuevo cementerio y Ricardo Magdalena, el arquitecto municipal, presenta en 1884 el proyecto. Sin embargo, no se llegó a realizar por falta de consenso entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario.
No fue hasta 1898 cuando el Ayuntamiento de Zaragoza aprobó la construcción de un nuevo Cementerio de Casetas, también proyecto de Ricardo Magdalena.
El terreno elegido se situaba a 640 metros del poblamiento más próximo y bien orientado. El Cementerio tenía una planificación de necesidades a veinte años y una zona para fallecidos no confesionales católicos, depósito de cadáveres y un osario.
En marzo de 1900 las obras se concluyeron. La Junta que regiría el cementerio estaba conformada por el alcalde, el cura párroco y cinco vecinos. Todos los que ayudaron en las obras, tendrían derecho a beneficios del Cementerio y se establece que a los pobres de solemnidad se les enterrará gratuitamente.
Más población
Sin embargo, Casetas duplica su población en 30 años y el camposanto vuelve a quedarse pequeño.
En 1934, el arquitecto municipal Marcelo Carqué, propone ampliar hacia el fondo una longitud de 34 metros manteniendo las mismas dimensiones de fachada. Y Mariano Lozano Sesma, alcalde del momento, lo aprueba.
Así sigue hoy en día, con una superficie de 5.283 metros cuadrados, de planta casi cuadrada, ligeramente trapezoidal por el trazado recayente al Camino del Molino del Rey.
Se distribuye en cuatro cuadros, articulados por dos andadores que se cruzan perpendicularmente. Tres ocupados por sepulturas en tierra de distribución ordenada, y el cuarto por manzanas de nichos.
Toda la zona sudoeste también está llena de nichos, aprovechando el espacio para una población que está siempre en aumento.
Al final se sitúan la fosa común y la capilla, en su pared se puede leer: «Acuérdate hombre que eres polvo y en polvo te has de volver» (Génesis 3, 19).
El cementerio de Casetas es el más populoso de los catorce barrios rurales de Zaragoza, pero sigue necesitando espacio. Ya hay un anteproyecto de una manzana de 120 nichos, del arquitecto Luis Moreno Tortajada.
También hay previsión de llevar a cabo en un futuro próximo un velatorio que se situaría en la zona del Camino del Molino de Rey.
En Funeraria Aragón nos adaptamos a ti y a los tuyos, contacta con nosotros, te ayudaremos en los servicios funerarios que necesites. Llevamos desde 1975 acompañando a los aragoneses.